–Terminaron en Madrid con una colección de llenazos y comienzan su gira con el cartel de no hay entradas en el Niemeyer.
–Estamos muy contentos. El público ha reaccionado muy bien al trabajo que les hemos presentado y lo ha hecho, además, saliendo muy reconfortado de cada función. Que esto que hemos vivido en Madrid se vaya a repetir en Avilés no deja de alegrarnos todavía más.
–¿Qué le llamó de esta "Amistad"? ¿Juan Mayorga o José Luis García-Pérez?
–Juan Mayorga y yo nos conocemos desde hace tiempo, aunque hasta ahora no habíamos tenido oportunidad de trabajar juntos. Bueno, hice una cosa suya para la Capitalidad Europea de la Cultura de Salamanca. Hace tiempo me pasó este texto que es una comedia macabra. pero comedia a fin de cuentas.
–Con García-Pérez ha trabajado muchas veces.
–Muchas. Últimamente, en "La verdad". O en "El cid". Con Daniel Albaladejo, ¿qué le voy a contar?, es como mi hermano pequeño.
–Me dijo que se conocieron hace treinta años.
–Fíjese.
–O sea, amigos todos.
–Por eso no me la podía saltar.
–Hablaba de que era una comedia macabra.
–Parece mentira: en la vida y en la muerte hay mucha comedia.
–Parten del juego de pensar en el funeral de cada quien.
–Sí. Los tres personajes tienen una deficiencia emocional que es fruto de la época en que les ha tocado vivir. Esas taras son las que les definen y ocultan todo aquello que no se dicen, a pesar de lo mucho que dicen.
–Es como teatro del teatro, ¿no?
–Y no sabe lo que nos encanta a los actores este tipo de juegos.
–¿Cómo fue el trabajo de levantar el texto de Mayorga?
–Sabe que José Luis García-Pérez aparte de ser director es uno de los actores. Por eso me gustaría reivindicar el trabajo que llevó a cabo otro actor –Germán Torres–, que fue el espejo en que José Luis se tenía que fijar para poder verse en el escenario: dirigir y actuar es un trabajo que genera gran complejidad. Y ha sido una suerte contar con Torres para ello.
–¿Y respecto del texto?
–Pues, mire. Uno de Juan Mayorga, un estreno absoluto. Mayorga confió en nosotros para hacerlo. Vino a visitarnos en los primeros días de los ensayos y después cuando estaba definitivamente montado. Es una persona tremendamente generosa y que nos dio todo su aliento. Todo lo que dice fue a favor de nuestro trabajo. No sé si la nuestra es su versión, eso le corresponde decirlo a él. Ya vendrán más montajes.
–¿Qué tiene de bueno su personaje?
–Los tres de "Amistad" son muy jugosos. El mío –Manglano– es un pobre hombre que aparentemente ha triunfado en los negocios aprovechando la idea de un amigo. No está a la altura de las circunstancias, aunque en otros momentos de su vida, sí que lo ha estado. Dice mucho, pero calla más.
–Ha venido muchas veces a Avilés. ¿Qué tal se le trata en esta ciudad ?
–Como le decía antes, me hace mucha ilusión empezar la gira con un llenazo absoluto. Avilés es un referente en el teatro que hace que estrenar allí nos llene más.
–Lleva trabajando mucho tiempo en la televisión. ¿Qué tiene de malo?
–No se trata de medir lo bueno o lo malo porque de todo se aprende. La base del trabajo es la misma tanto en el teatro como en la televisión. Es cierto que los que tenemos una formación teatral queremos la escena porque te pone en tu lugar. Por el contacto directo con el público, pero no por los aplausos, más bien por los silencios que se generan. Trabajar en televisión te permite vivir de este oficio. Me dio mucho trabajo y popularidad.
–Yo le recuerdo bien en "Periodistas", pero eso fue hace veintitantos años.
–Fíjese.
–¿Dónde se recuerda usted bien?
–"Periodistas" me dio mucha popularidad, pero también el Bernardo de "Herederos", con Concha Velasco. O el Pacheco de "Isabel". Hacer de Adolfo Suárez fue muy duro. Últimamente, el de "¿Quién mató a Sara?"