Por Luis De Luis Otero (prensasocial.es)
Las noticias de mi muerte han sido algo exageradas dicen que dijo el enorme escritor norteamericano Mark Twain cuando se le dio por fallecido durante un viaje por el extranjero y tuvo el privilegio ( o, tal vez, la maldición) de leer sus propias necrológicas.
Y a este privilegio juegan tres amigos de la infancia que han conseguido serlo de siempre en la nueva ( y esperadísima) comedia de Juan Mayorga ; una comedia radiante y luminosa aunque se enmascare como un sainete tintado de negro en la que la amistad, puesta a prueba, no solo sale fortalecida y vigorosa si no, incluso, rejuvenecida.
Con una camaradería que va más allá de sus personajes Ginés García Millán, José Luis García-Pérez y Daniel Albaladejo se ponen a las órdenes de García – Pérez para revivir una aventura propia de los tiempos felices, una aventura en la que se preguntan los unos a los otros “ ¿Que pasaría sí ,,,?” y se dedican a crearla y recrearla.
Y así, como si tuvieran una nueva oportunidad de volver al patio del colegio, los tres eran tres y los tres eran buenos, en su amistad ponen toda su fe, organizan una especie de «tú la llevas …» en el que va corriendo turno y recrean —con esa seriedad, rigor y veracidad que solo se tiene en el juego— el velatorio de cada uno de ellos.
Y, como buenos velatorios que se precien, se convierten en una especie de patios de Monipodio y mentideros de la Villa, donde hay lugar de privilegio para chascarrillos, maledicencias y verdades falsas, especialmente a cuenta del finado.
García-Pérez convierte el atinado y amable texto de Mayorga en la hora del recreo para que prevalezca —más allá de la sinceridad y la catarsis, las diferencias y los desencuentros, las decepciones y las vanidades— lo que son los amigos, esa gente rara e inaudita que está, como decía la canción, por encima de todas las cosas.