Por Saúl Fernández (lne.es)
- El Niemeyer se entusiasma con lo penúltimo de Mayorga
«Amistad» es muy Mayorga. Lo explica él mismo en su «Razón de teatro»: «El teatro hace la vida humana visible, nos da a ver de qué está hecha. Es un mirador a la existencia. Es, inmediatamente, filosofía. Puede suspender al espectador ante preguntas para las que el filósofo todavía no ha encontrado palabra». O sea, vida, existencia y, en consecuencia, un poco de muerte. «El mejor teatro pone ante la ciudad lo que la ciudad se oculta. En vez de a lo general, a lo normal, a lo acordado, atiende a lo singular, a lo anómalo, a lo incierto», abunda el autor.
¿Y qué pasa en «Amistad»? Que es escaparate de lo que «la ciudad se oculta». Y lo que más «se oculta» es la muerte. O por mejor decir: lo que queda después de la muerte. Tres cincuentones, amigos de la infancia, un día se plantean qué va a quedar de cada uno de ellos en los demás cuando llegue el final. «El teatro hace la vida humana visible». Mayorga si[1]gue en «Amistad» la estela de «El chico de la última fila», de «Reikiavik»… somos el cuento que no cesamos de contarnos porque, de interrumpirlo, sólo habría cuerpos sin aire, sin pasado y, lo que es pe[1]or, sin porvenir. Por esto, ver un Mayorga es como verse uno más completo.
Anteanoche, el Niemeyer celebró a ritmo de «Help, ayúdame» un drama con forma de comedia – valga el oxímoron– sobre lo que la vida es, sobre lo que vida cuenta y, sí, sobre qué excusa es la mejor para seguir caminando. Y eso sólo se descubre con el zambombazo de la muerte, que sí que es el final, el más grave de todos, porque, después, se acaban los pasos dados por el mundo y ya no hay nada. Todo esto se materializa con el trabajo gigante de tres actores gigantes llevados por la línea de la vida por un enorme García-Pérez que dirige esta fiesta con alegría trágica y meditabunda. La representación de la muerte en ese almacén desierto (creación del escenógrafo Alessio Meloni) une a los tres en un abrazo de tal intensidad que a uno de ellos se le ocurre proponer sacar la representación a la calle. «El teatro es el arte de la reunión y de la imaginación». De nuevo, Mayorga