Entrevista a Julián Fuentes Reta por Canción del primer deseo

15/04/2023

Poniéndole el broche de oro a la trilogía de Andrew Bovell que comenzó con “Cuando deje de llover” y continuó …

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Poniéndole el broche de oro a la trilogía de Andrew Bovell que comenzó con “Cuando deje de llover” y continuó con “Las cosas que sé que son verdad”, “Canción del primer deseo” brinda una historia transgeneracional desde la cercanía de nuestra memoria y la distancia de no afrontarla desde ningún partidismo, ninguna herida reciente, ningún ajuste de cuentas de ningún tipo. Charlamos con el director de este potente y eléctrico retrato de nuestra guerra, nuestra colonización, nuestro rapto, nuestra esperanza, nuestra raíz y nuestro futuro. Por ANA VILLA Fotos: JAVIER NAVAL

¿Qué propone “Canción del primer deseo” y de qué manera está estructurada?

La obra es una indagación en el pasado reciente, el presente y el futuro de nuestro país. Se desarrolla en dos tiempos: 1968 y el presente, en la ciudad de Madrid. A través de una concatenación de sucesos que se dieron en la guerra civil, hilamos un relato abierto y concreto sobre las heridas que nuestro conflicto civil deja en nuestro presente y en nuestro posible futuro. Y más allá de todo esto –y esto es clave para entender la pieza–, lanza una sonda de profundidad sobre cómo la ternura y la violencia calan en un grupo humano tras un trauma como es una guerra civil.

¿Qué historia desarrolla la función, de qué manera lo hace y cuáles son sus temas clave?

La historia, como todas las hilvanadas por Bovell, es un excelente relato que no conviene mucho destripar de ante mano, pero basta decir que habla de nosotros, de nuestras heridas, de nuestro país, usando como vehículo una familia, como tantas, rota por la guerra, con antepasados en el bando republicano y en el bando nacional. Y va mas allá, ya que habla de la violencia sistémica de los conflictos, del pasado colonial de España… habla de nosotros y, desde lo específico, habla de cómo, desgraciadamente, las violencias se asemejan. Ahi está su fuerza. No es sólo una obra sobre España, si no sobre muchas más cosas.

Para usted, ¿qué hace increíblemente especial este texto de Andrew Bovell y dónde ha querido centrar la dirección?

Tanto “Cuando deje de llover” como “Las cosas que sé que son verdad” –nuestros trabajos anteriores con Andrew– fueron destilados por Andrew sobre inicios de trabajo colectivo con ensembles de creadores y creadoras. Lo que hace especial este texto es que decidimos proponerle a Andrew crear un texto de la misma manera. En el año 2018, con una beca de Mateo Feijóo y el apoyo de Victor Carvajales desde Zaragoza, comenzamos a investigar sobre qué necesitábamos contar. Cinco años más tarde presentamos nuestras conclusiones. Así pues, la obra misma ha sido creada de la nada junto a Consuelo Trujillo, Borja Maestre, Jorge Muriel, Pilar Gomez, Iñaki Rubio, Andrew Bovell y mucha más gente que contribuyó, en estos años, a darle vida. Sobre el enfoque de dirección sólo diré que es muy concreto y a la vez muy libre… es ‘prácticamente onírico’. Para ello, estoy estudiando profundamente a mis paisanos Goya, Buñuel y Saura. ¡Está siendo como volver a casa!

El escenario acogerá a cuatro intérpretes: ¿qué personajes interpretan y qué caracteriza a cada uno de ellos?

Son cuatro actores que interpretan a ocho personas en dos generaciones. En el pasado, Carlos y Carmen Torres y Margarita y Juan Rodriguez. En el presente, Camelia Torres y sus hijos Luis y Julia, y Alejandro Rodriguez, descendiente de Juan y Margarita, nacido y criado en Colombia. Cada intérprete tiene dos de estos personajes, creando un juego de espejos nítido y no por eso menos laberíntico. Los Torres pertenecieron al bando nacional, los Rodriguez al republicano. Entre todos representan una sola familia rota: la nuestra, la de todos los españoles y españolas.

Para usted, uno de los momentos más emocionantes de la pieza se produce...

Sólo puedo decir que el texto de Andrew truena con emoción, concreción y honestidad. Esta obra es un concentrado de honestidad sin un segundo de aliento. Desde chispazos de humor negro a una vital y muscular tragedia, “Canción del primer deseo” navega fluidamente. Me gusta la obra, toda. En su totalidad es un diamante. Es una sola cosa.

¿Y una de las mayores verdades que se cuentan en la función?

Que no hay dos Españas. Que somos un pueblo, fracturado, pero uno. Es el elemento más transgresor y difícil de digerir de la pieza. Pero es una esperanza de futuro y debe ser afrontado.

En definitiva, ¿por qué recomienda este estreno a los amantes del buen teatro?

Porque habla de ellos y ellas. Y en este caso, más aún, ya que está inscrita en nuestro contexto, el de nuestro país y nuestra historia. Animo a todo el mundo a venir a ver esta pieza. Es, creo, algo necesario, y afronta lo que narra sin maniqueísmos ni complacencia en ningún aspecto. Es una pieza hermosa y creo que este es su momento para ser narrada.

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