Por Aldo Ruiz (elteatrero.com)
- Andrew Bowell completa la trilogía con un desgarrador y emotivo puzzle en el que brillan Consuelo Trujillo y Borja Maestre.
Hasta el 14 de mayo, en la sala José Luis Alonso del Teatro de la Abadía se representa ‘Canción del primer deseo’, una hermosa y emotiva pieza escrita por Andrew Bowell, uno de los autores australianos más respetados y prestigiosos cuyas obras se han representado en todo el mundo. En nuestro país, hasta el momento se habían llevado a las tablas dos de sus textos con enorme éxito: ‘Cuando deje de llover’ -ganadora de tres premios Max en 2014- y ‘Las cosas que sé que son verdad’ -obra con la que Verónica Forqué se llevó el Max a la Mejor Actriz Protagonista- ambas dirigidas por Julián Fuentes Reta y traducidas por Jorge Muriel. ‘Canción del primer deseo’, por tanto, sería la tercera colaboración de los tres.
La obra nace del trabajo colaborativo de la compañía junto a Bovell a lo largo de cinco años. Tras varias residencias de creación y múltiples procesos de destilación, surge este texto que se ancla en tres momentos de la historia de España: 1943, 1968 y el presente. Basándose en testimonios reales, de nuestras propias historias y las de nuestros mayores, Andrew ha tejido una historia transgeneracional que retrata la guerra civil desde la cercanía de nuestra memoria y la distancia de no afrontarla desde ningún partidismo, ninguna herida reciente y ningún ajuste de cuentas de ningún tipo (Un objetivo que, evidentemente, resulta muy difícil de conseguir porque las heridas siguen muy abiertas en ambos bandos).
El poema de Lorca ‘Cancioncilla del primer deseo’, que está muy presente en el texto (de ahí el título de la obra)-, sirve como anclaje de esta pieza con la que Bowell cierra la trilogía comenzada con ‘Cuando deje de llover’ y continuada con ‘Las cosas que sé que son verdad’. El dramaturgo australiano ha vuelto a confeccionar un puzzle -marca de la casa- muy complejo emocionalmente cuyas piezas van deslizándose por el tablero a lo largo de los noventa minutos que dura la función, para terminar encajando de manera desgarradora en un potente desenlace.
La historia, como hemos señalado anteriormente, se desarrolla en tres etapas: 1943, 1986 y el presente. Lo que ocurrió en plena Guerra Civil marcará profundamente los otros dos períodos y a todos los protagonistas. El entramado tejido por Bowell comienza en la época actual, en el patio de un antiguo caserón venido a menos. Un patio (totalmente descuidado) que ha sido testigo de muchas muertes en el pasado y que ahora presencia la discusión acalorada y llena de rencor de dos hermanos mellizos: Julia y Luis (interpretados por Pilar Gómez y Jorge Muriel). Mientras tanto, la madre de ambos (espléndida Consuelo Trujillo) -aparentemente enferma- deambula por el jardín, semidesnuda y ajena a todo. Está allí de cuerpo presente pero su cabeza y su corazón no pueden olvidar el terrible pasado. Completa el cuarteto protagonista Borja Maestre, que interpreta a Alejandro Rodríguez, un inmigrante colombiano que conoce a Luis en la consulta de un hospital, y al que éste contrata para cuidar a su madre. Aunque aparentemente no tiene nada que ver con ellos, a medida que se va desarrollando la trama, nos daremos cuenta de que es la pieza clave para resolver el rompecabezas diseñado por Bowell.
El cuarteto protagonista se desdobla, a su vez, en otros personajes vinculados a la saga familiar en los períodos de 1943 y 1968 (No vamos a profundizar en ello para no hacer spoilers). Como sucede en ‘Cuando deje de llover’, las tramas de las distintas etapas se van desarrollando paralelamente y, a medida que va avanzando la historia, los espectadores van encajando las todas las piezas. La Guerra Civil es el germen de una desgarradora historia que, ochenta años después, aún sigue estremeciendo a toda esa familia (y a otras tantas). Una familia destrozada y totalmente desestructurada que está bañada en sangre y salpicada de muerte.
Como experto en la dramaturgia de Bowell, Julián Fuentes Reta dirige el montaje con brillantez y eficacia, usando transiciones sencillas y elegantes para pasar de una época a otra, y potenciado siempre el trabajo actoral. El resultado es una puesta en escena que transcurre con fluidez y nos deja imágenes de una gran belleza. Destacar el espacio escénico creado por él mismo y Ciru Cerdeiriña, quien también se ha encargado del diseño de luces. Iñaki Rubio, por su parte, firma la ambientación sonora (muy acertada) con el sonido de las campanas repicando que juega un papel fundamental, mientras que Berta Grasset es la responsable del vestuario.
Aunque no alcanza la maestría de ‘Cuando deje de llover’ -que a nuestro juicio es una obra absolutamente extraordinaria-, ‘Canción del primer deseo’ es un montaje excelente repleto de emoción y hondura, que tiene momentos verdaderamente brillantes. Uno de los puntos fuertes, sin duda, es su magnífico y compacto reparto formado por Consuelo Trujillo, Pilar Gómez, Jorge Muriel y Borja Maestre. Trujillo está soberbia dando vida a la madre de los mellizos -dotando al personaje de humanidad, verdad y vulnerabilidad- y también interpretando otro papel crucial en la trama de 1943. De hecho, ahí se produce su estremecedor monólogo cuando recita el poema de Lorca (que no queremos profundizar más para no hacer spoilers) que tiene una carga dramática impresionante. Este monólogo es oro puro y ahí la intérprete gaditana vuelve a demostrar por qué es, desde hace varios años, una de las grandes actrices de nuestra escena.
Borja Maestre, en la piel de Alejandro Rodríguez, realiza uno de los mejores trabajos de su carrera. Una actuación delicada y llena de sensibilidad, y sin perder en ningún momento el acento colombiano. Por ejemplo, sus escenas cuidando y lavando al personaje de Ana (Consuelo Trujillo) son de extrema belleza y su monólogo final está resuelto con aplomo y brillantez, y una gran dosis de emoción. Completan el reparto: Pilar Gómez -fantástica como siempre- y Jorge Muriel, plenamente convincente en sus dos personajes.
Lo mejor: Nos encanta la estructura de puzzle diseñada por Bowell (una vez más), la puesta en escena y las actuaciones del cuarteto protagonista, especialmente las de Consuelo Trujillo y Borja Maestre.
Lo peor: algunos diálogos (los menos) que parecen estar metidos con calzador y, sobre todo, la escena del tremendo enfado de Luis con el personaje de Alejandro tras el rechazo de éste (una escena demasiado forzada en casi todos los aspectos y con referencias a Lorca que, precisamente, en este caso no vienen a cuento)