Por Julio Bravo (abc.es/cultura)
Andrew Bovell (Kalgoorlie, Australia, 1962) es un dramaturgo brillante, de sólida e imaginativa estructura. Jorge Muriel y Julián Fuentes Reta lo trajeron a España hace casi una década con su obra 'Cuando deje de llover', un deslumbrante laberinto escénico que causó un gran impacto en la escena española. El mismo tándem presentó un lustro después 'Las cosas que sé que son verdad' -protagonizada por la inolvidable Verónica Forqué- y ponen en escena ahora 'Canción del primer deseo', título tomado de un poema de Federico García Lorca. Y es que se trata de un texto hecho a medida, con y para los actores y el director, que han participado en el proceso de creación, iniciado antes de la pandemia e interrumpido por ésta.
Cuenta Bovell una historia familiar ambientada en Madrid y en dos momentos históricos, el año 1968 y nuestros días; una historia de heridas sin cerrar, de dolor, de odio, de separaciones y de exilio, de búsqueda de identidad, de vencedores y vencidos, de abuso de poder, de miedos y silencios; una historia que recurre a muchos de los lugares comunes en los relatos que apelan a la memoria histórica o el revisionismo de nuestra historia.
Andrew Bovell escribe de manera compasiva, con momentos de gran belleza poética, y siempre con un sobresaliente pulso dramático y su conocida habilidad para hacer de su texto un puzle que el espectador va completando pieza a pieza y del que solo consigue ver la imagen al caer el telón. Le sobra sin embargo, a mi parecer, el monólogo final, tan bello como complaciente, y que más de un epílogo parece un innecesario subrayado.
Fuentes Reta ha dibujado un espectáculo sencillo, casi desnudo, descarnado, poéticamente iluminado por Ciru Cerdeiriña, y muy exigente con los cuatro magníficos intérpretes-cómplices que, por otra parte, tienen el diapasón del drama muy alto desde el principio, algo que seguramente se irá equilibrando con el paso de las funciones.