Tristán Ulloa (True West): «Mi trabajo me permite exorcizar mis traumas»

23/02/2022

Por Nerea Alejos (diariodenavarra.es)

True West Pablo Derqui Tristán Ulloa Montse Tixe Joseluis Esteban Jeannine Mestre

Tristán Ulloa está casi irreconocible en 'True West', montaje en el que interpreta a un vagabundo “destroyer y harapiento”, como le han descrito en alguna crítica. El actor, que lleva de gira desde enero, atendió a esta entrevista el pasado martes desde Málaga, donde está rodando la serie 'La chica de nieve', thriller basado en la novela homónima de Javier Castillo. En breve estrenará la segunda temporada de la serie 'Warrior Nun' (Netflix) y también una película fantástica que rodó en Bulgaria, 'Stoyan', con el director Roberto Ruiz Céspedes. Con 25 años de carrera sus espaldas, también ha puesto en pie sus propios proyectos, como director y guionista. Disfruta interpretando papeles que le lleven al límite: “Esos terrenos son muy apetecibles”, asegura.
¿Qué tiene de especial 'True West' para que Pablo Derqui y usted se lanzaran a ella sin dudarlo?
Este texto nos lo propuso la directora, Montse Tixé. Yo lo leí cuando estudiaba Arte Dramático. Hacía tiempo que no lo visitaba, pero ya sabía lo que se avecinaba con este texto. En esta función no hay un respiro para ninguno de los dos hermanos. Es muy intensa, físicamente y psicológicamente. Terminas con una sensación de “vaya palizote que me he metido, ¡pero qué a gusto me he quedado!”. Te vas al camerino y piensas: “¡Si estoy baldado!”. Pero es algo catártico.
Interpreta a Lee, un bala perdida que vive en el desierto. ¿Qué le cautivó de este personaje?
La directora, Montse, nos ofreció a Pablo y a mí dos personajes que energéticamente son bastante opuestos a lo que nosotros somos en nuestra vida. Yo soy más tranqui y me ha tocado un personaje bastante heavy, mientras Pablo, que es más nervioso, interpreta a Austin, un papel en el que tiene que agarrar mucho los caballos. La verdad, yo hubiera hecho cualquiera de los dos personajes, porque son igual de interesantes. Creo que los dos hermanos representan una dualidad, como si fueran la misma persona que está hablando consigo misma, con su lado más oscuro y su lado más amable.
Austin y Lee se admiran y a la vez se desprecian. ¿Qué han querido contar a través de esta tormentosa relación?
Lee representa a un espíritu libre, sin ataduras, que va de un sitio a otro y vive de trapicheos, mientras Austin tiene mujer, hijos, coche, casa y trabajo. Encarna el sueño americano. Sin embargo, Austin anhela esa libertad que tiene Lee, mientras Lee anhela ese horizonte asegurado que ha logrado Austin. Al final, la obra habla de la contradicción de la naturaleza humana: siempre queremos lo que no tenemos, siempre perseguimos un espejismo. Es una comedia negra, con una parte en la que se tocan temas mucho más profundos.

También hay momentos de realismo mágico. ¿Es una obra peculiar?

El autor, Sam Shepard, venía de ganar un premio Pulitzer por 'Buried Child'. Como buen niño rebelde, sabía que se le venía encima un público más elitista y dijo: “Ahora les voy a escribir esta gamberrada y se van a cagar”. Les quiso poner un espejo de lo que significaba el sueño americano en aquella época. Shepard siempre fue un alma bastante inquieta, buscaba sacar al espectador de su zona de confort. Para mí eso define lo que es ser un artista: alguien que está en continua búsqueda.
Antes ha comentado que 'True West' es una obra muy intensa. A usted, que parece sosegado, ¿le ha venido bien meterse en la piel de Lee para exorcizar demonios?
De vez en cuando me gusta ir a terapia, pero sí es verdad que la mayoría de mis traumas los tengo bastante cubiertos con mi trabajo. No están solventados, pero al menos sí están exorcizados. A veces en tu vida normal te gustaría hacer ciertas cosas pero no te atreves, así que aprovechas y te desquitas en el escenario. Es maravilloso tener carta blanca para pegar cuatro gritos y cuatro insultos, o hacer que golpeas a alguien. En realidad, para mí la interpretación empezó siendo una terapia, luego ya encontré una vocación y una profesión. Yo animaría a todo el mundo a que haga algo relacionado con el arte, donde poder expresar lo que cada uno lleva dentro.
¿En esta obra siente que ha llegado a un punto que antes veía difícil alcanzar?
Ya había tenido ocasión de trabajar en ese tipo de terrenos llevados al límite, y son muy apetecibles. Además, el espectador empatiza con lo diferente, con lo que bordea los límites de la legalidad. Hay personajes que provocan un conflicto en el espectador, porque en realidad te gusta algo que no está bien, o que tú no harías en tu vida, o que fantaseas con hacerlo, como partirle la cabeza a alguien. Seguramente, lo que el público proyecta en los personajes es mucho más importante o interesante que lo que pueda sugerir un actor. Al final, un actor sugiere para que el público proyecte lo que tiene dentro. Muchas veces es más bestia lo que proyecta un espectador que lo que proponemos nosotros.
Estos días rueda una serie para Netflix, 'La chica de nieve', ambientada en la Costa del Sol. ¿Qué puede contar?
Es la historia de una niña que desaparece durante una Cabalgata de Reyes. Yo interpreto a un amigo de la familia que les está ayudando a encontrarla. Es un thriller ambientado en tres épocas diferentes. Cuando leí la historia, me atrajo bastante. Ya he rodado unas cuantas veces en Málaga y estoy muy contento. Aquí estaremos rodando dos semanas más.
¿Es duro compaginar este rodaje con las funciones de True West? 
Es agotador. El domingo tuve bolo en Castellón, y desde allí me vine a Málaga. Estaré tres días y el viernes (por ayer) me iré directamente a Vitoria para hacer lo que llamamos la ‘santísima Trinidad’: Vitoria, Logroño y Pamplona. Son tres bolos muy importantes.
Parece que hay una efervescencia de proyectos, sobre todo de series. ¿Hasta qué punto es real? 
En mi caso, tengo la suerte de llevar 25 años viviendo de esto, pero la realidad es que ni el 10% de la profesión está trabajando. Es verdad que hay una eclosión de plataformas, pero también es cierto que todo se ha abaratado bastante. Sí, hay más trabajo, pero en peores condiciones. Por otro lado, estamos esperando a que se ponga en práctica el Estatuto del Artista. Todos los que vivimos en el mundo artístico somos trabajadores intermitentes y no tenemos un sistema que nos ampare. Y no se trata de recibir subvenciones, sino de que exista un mecanismo para seguir adelante con nuestros proyectos sin pasar hambre (ríe).
En su caso, ¿qué proyectos le gustaría poner en pie?
Ahora mismo estoy en el proceso de leer mucho y también de escribir. Por ejemplo, me apetece rodar algo escrito por mí mismo y también me apetece mucho dirigir teatro. A veces me produce ansiedad el pensar en la cantidad de cosas que quiero hacer, pero no voy a tener tiempo... Sin embargo, el pensar en proyectos me mantiene muy vivo y muy despierto. A mí me encanta perderme en librerías: me puedo tirar dos horas mirando libros. Es maravilloso poder jugar con las ideas. De repente, una idea, una canción o un cuadro te puede llevar a escribir algo o a readaptarlo.
En su día se habló de una segunda parte de 'Lucía y el sexo'. ¿En qué fase está el proyecto?
Ya leí el guion y había una historia muy hermosa y muy mágica, en el mismo tono que la primera película. Ojalá salga adelante. Me resulta muy interesante trabajar con Julio Medem y me encantaría hacer otra película con él.