‘True West’ de Sam Shepard según Montse Tixé

14/12/2021

Por José Mª Caso (entierraenhumoensombraenpolvoennada.blogspot.com)

True West Pablo Derqui Tristán Ulloa

Lee (Tristán Ulloa) y Austin (Pablo Derqui), retratados durante el estreno de True West en el Niemeyer por RICARDO SOLÍS para 'La Nueva España

Persiguiéndole, persiguiéndome

El debú de Monte Tixé en la dirección teatral, después de años de maestría de ayudante y de regidora en montajes de bandera, es un todo un acierto. Máxime con un texto de subtextos tan redondo como es True West de Sam Shepard, en una versión española magistral del nunca suficientemente reconocido literato de literatos Eduardo Mendoza. Todo para una persecución de los sueños vitales en un mundo tan cerca aunque opuesto al nuestro como el americano sobre dos, con sus derivadas, narraciones: la que cuenta y la que enuncian esos dos intérpretes gloriosos —Pablo Derqui (Austin) y Tristán Ulloa (Lee)— y los no por menos parlamento y presencia menos excelsos José Luis Esteban (Saul Skimmer/ Skipper) y Janinne Mestre (Madre). Sabe bien Tixé que sin grandes actores no hay teatro y menos teatro de bandera como el estrenado el pasado sábado en el Niemeyer con la cúpula de las productoras Octubre, Bitò y Tanttaka en platea. Así que para Avilés y sus espacios escénicos y sus gestores (Carlos Cuadros, a la cabeza) la de este True West es un doble, triple, cuádruple relato-retrato ejemplar.

            El telón de boca cerrado abrió a derecha y a izquierda descubriéndonos a los dos personajes cada uno en uno de los dos espacios (cocina, para Lee, y salón, para Austin) resueltos por Sebastià Brossa requetebién con una multitud de atrezzo. Ya multitud en el orden antes de que trajeran de fuera el televisor de primera generación en color, los palos de golf y la colección de tostadoras finalmente un tren eléctrico a escala cuando se impone el desorden. Tan encomiable escenario como difícil para una sola función. Ese es el signo de este Shepard indagando en la Generación Beat, finalmente Beatnik ‘vieillisant’, que cantara Moustaki, tal parece hoy que en clara alusión a una dirección poblada de señales y silencios que destacan cuánto ‘je suis un(e) autre’. Por tirar de un francés a la griega que desprecian y del que se ríen los protagonistas. “Nosotros hacemos películas; eso de llamarlas largos es cosa de los franceses”, es uno de los hallazgos del autor en mitad de tan estupendos hallazgos como el del resumen de lo que vemos y oímos para definir la segunda trama, la que escribe Lee, descubriéndonos en el proceso, la primera, la de Austin. “Dos gilipollas, dos subnormales (depende si lo dice Austin o Lee) que se persiguen (o persiguiéndose) por Texas”. Dos hermanos con el agua al cuello en una existencia trágica de tono menor que acaban como empezaron: uno enfrente del otro reclamando el otro la parte del uno porque la borrachera profesional del de Ulloa y la ocasional del de Derqui son finalmente las partes de un mismo todo. Por eso el telón dividido del principio, que juega abriendo o cerrando su parte izquierda o derecha en las transiciones de las escenas dando al montaje una sucesión como de encadenados y fundidos cinematográficos, en la resolución baja entero desde la bambalina de boca.

            Las luces de Rodrigo Ortega, encendiendo el horno de la cocina cuando sobre la galería del salón se impone el azul de la noche, o apagándolo cuando el sol resplandece sobre la cristalera, la banda sonora de Orestes Gas, siempre tan fina y afinada, o el vestuario de René Gómez, magistral la ralla y los pantalones, los zapatos de Skimmer y el traje de la madre, por ejemplo, conforman todo el universo de aquel mundo que se acabó cuando Derqui y Ulloa decidieron irse al Vietnam. Perdón, Lee y Austin. ¿O Tristán y Pablo eran Austin y Lee? Esta es la escuela teatral no oficial de Mario Gas, que aplaudió la función con su mujer Vicky Peña desde el patio de butacas. Escuela a la que se incorpora de vez en cuando el gran Mendoza: la que nos persigue y a la que perseguimos. ¡Gracias por el estreno y por tanto trabajo y tan bueno!