B.F.B (lagacetadesalamanca.es)
Actor conocido por el gran público por sus interpretaciones televisivas en “Hospital Central”, o “El Ministerio del Tiempo”, Nacho Fresneda llega este sábado al Liceo de Salamanca con “Dribbling” junto a Álvaro Rico (que interviene en la actualidad en la serie “La caza. Tramuntana”).
– “Dribbling” nos pone delante de un tema que no nos es ajeno. La carrera de un futbolista se tambalea por una denuncia por violación contra el deportista.
–Su agente trata de controlar la situación.
–El público va a ver situaciones tratadas por el tamiz de la ficción. No estamos hablando de ningún futbolista ni ningún agente concretos, pero sí podemos tener referentes muy presentes. Antes eran los gladiadores, luego los artistas de Hollywood y ahora a más de un deportista, que son modelos a seguir por la sociedad, le hemos visto afrontar este tipo de problemas, con el debate de si los buscan a ellos o ellos se aprovechan. Ese es el debate en el que vamos a entrar en la obra para luego introducir otro debate más de fondo donde acabamos hablando de que un “no” es un “no” y da igual la situación. Y se verá cómo eso se conecta con las relaciones de poder y abuso de poder. Esperamos que el público se haga algunas preguntas, sin dar la primera versión por buena. Los espectadores se lo van a pasar muy bien. Tenemos un espectáculo del que estoy muy orgulloso. Álvaro Rico está maravilloso y a mí se me cae la baba viéndole.
–¿Cómo es actuar en tiempos de pandemia con un silencio religioso en los teatros?
–Es curioso. Han desparecido las toses y los caramelitos. Yo lo vivo como un acto de militancia y el otro día en Bolaños de Calatrava, donde llevábamos la primera función que veían desde el confinamiento, me entraron ganas de aplaudirles a los espectadores por apreciar que la cultura es segura. Ahora hay una parte de emoción. Hemos estado un mes en Matadero Madrid y me emocionaba la gente que sale de casa, venciendo el miedo actual. Hemos recuperado el espacio de rito y acto litúrgico ancestral del teatro. Pienso: “¡qué bonito!” y me acuerdo mucho de los compañeros músicos que no están pudiendo desarrollar su actividad. Podemos llevar un jornal a casa, que es importante en estos tiempos, y el teatro es un privilegio para los que lo hacemos y para quienes lo ven.
–No pisó un teatro hasta los 17 años.
–Vi una función con el instituto y en medio de las bromas adolescentes, me llamó la atención lo que pasaba en la obra y la gente que estaba en el escenario. Así que siempre pienso que entre el público puede haber alguien a quien algo le cambia con la función en la que estoy. Es una motivación bonita.
–Y empezó con el teatro de texto, que fue una buena inmersión.
–En Valencia la Fundación Shakespeare se dedica al teatro clásico y ahí me vi involucrado. Fue muy provechoso y trabajé mucho los textos clásicos: me dieron a conocer el Siglo de Oro, el teatro isabelino, Lorca... Fue una gran escuela.
–¿El teatro le ayudó a centrarse en aquella etapa juvenil?
–Nunca he estado centrado, ni siquiera ahora con casi 50 años. Hacía a la vez teatro de calle y muchas otras cosas. Pero lo de centrarme ya lo he descartado.
–¿Sigue alguna rutina o ritual antes de salir a escena?
–Van cambiando, pero no soy nada supersticioso. En la obra anterior éramos 12 actores y había unos rituales privados. Y ahora Álvaro y yo tenemos otro tipo de pequeños rituales. En escena estás intentando representar la vida. Lo que tienes que hacer el resto del día es vivir porque si estás tan concentrado con la función y tan pendiente de ella, no sé qué vas a desarrollar si no has vivido. Para mí la concentración está sobrevalorada y prefiero trabajar con atención. Estar atento a la sala, al público, a lo que me ha pasado... La función siempre es la misma, pero todos los días cambia. Me gusta trabajar con ese poquito de vértigo del teatro de no tenerlo todo controlado, sino dejar que las cosas te sorprendan. Intento no dominar todo y estar abierto a que pasen cosas. Una vez se fue la luz en el teatro y me quedé a oscuras en escena; tuve que reaccionar, salimos del trance muy dignamente y el público lo agradeció mucho. Por eso digo que prefiero la atención a la concentración. Si estás muy concentrado igual no te das cuenta de que se ha ido la luz.
–¿No habrá continuidad para “El Ministerio del Tiempo”? El personaje de Alonso de Entrerríos fue especialmente pensado para Nacho Fresneda.
–Después de tener todos los premios y algunos como el Ondas por duplicado, si se les ocurre ponerla en pie otra vez será un placer, incluso como espectador. Me parece una serie idónea para una televisión pública, pero si no la renuevan será porque no les gusta. Javier Olivares me dijo que su hermano Pablo, cuando ya estaba malito, pensó en mí a la hora de escribirla. Fue muy bonito, muy emotivo, cuando estrenamos el primer capítulo. Son de esas cosas que tú te llevas con este trabajo.