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- Miguel Rellán y Secun de la Rosa pisarán mañana las tablas del Romea para dar vida, de la mano de Jordi Galcerán y Jaume Buixó, al texto más marciano del autor de Portugalete
Se han cumplido dos años de la publicación de Los asquerosos (Blackie Books, 2018) y, lejos de disiparse su influjo –como ocurre con buena parte de las modas literarias–, incluso su efecto se ha amplificado y ha logrado alcanzar una dimensión casi profética después de la pandemia. En esta historia, Santiago Lorenzo, a través del personaje de Manuel, hablaba de encontrar la felicidad a través de las cosas más simples, de la soledad, de la «parquedad gozosa», de la «austeridad fiera»... ¿Hemos aprendido a valorar lo que tenemos y a disfrutar con lo mínimo después de haber visto peligrar nuestro sistema de vida a causa de un virus? Puede que releer ahora la novela nos de algunas pistas sobre este derrumbe de la sociedad de la abundancia.
Pero no nos pongamos apocalípticos, porque tampoco va de eso. En realidad, se trata más bien de reírnos de nuestras propias miserias, de poner de manifiesto las contradicciones del mundo en el que vivimos. Y eso es lo que ha intentado el tándem formado por el dramaturgo Jordi Galcerán (responsable de hitos como El método Grönholm o Palabras encadenadas) y Jaume Buixó (guionista y director de Polònia) al adaptar la novela de Lorenzo al teatro: no perder su enrevesado sentido del humor y situarlo en el centro de la función, que llega mañana al Teatro Romea de Murcia dirigida por David Serrano y protagonizada por Secun de la Rosa (Manuel) y Miguel Rellán (su tío).
Para ellos lo complicado era encontrar la fórmula dramática dentro de una novela profundamente descriptiva. Al final, se dieron cuenta de que lo que tenían que contar era la historia de amistad entre dos hombres, Manuel y su tío. Y, por supuesto, respetar a rajatabla el lenguaje de Lorenzo, porque en él reside en buena medida la fuerza cómica del texto. «Nuestro trabajo ha sido ser muy escrupulosos con el espíritu de la novela, porque en el lenguaje está la clave de todo. Es mucho más divertido cómo lo cuenta que lo que cuenta en sí, así que hemos mantenido todas esas palabras imposibles y epítetos encadenados que crean un efecto hilarante. Eso sí, pensamos: pobre del actor que se tenga que aprender esto».
Y efectivamente, tanto Miguel Rellán como Secun de la Rosa admiten que meterse en la piel de estos personajes ha sido todo un reto, que han sufrido lo suyo, pero coinciden en la importancia cómica que tiene la obra. «Es un texto muy profundo, casi filosófico y, sin embargo, no puedes parar de reír; creo que por eso tanto el libro como la obra son tan especiales», dice De la Rosa. «Teníamos miedo porque es un lenguaje muy rico y gustoso de leer en página, pero no sabíamos si iba a funcionar al decirlo, si iba a crear una distancia con el espectador, y ha sido todo lo contrario: la gente disfruta con la manera marciana con la que dicen las cosas Manuel y su tío», añade David Serrano.