Hay quien podría afirmar que Juan Mayorga y risa no conjugan bien, dado el calado y la profundidad a los que nos tiene acostumbrados, pero lo cierto es que los primeros textos que el gran público conoció del dramaturgo fueron los que puso en escena Animalario.
Por Ana Oliveira Lizarribar (noticiasdenavarra.com)
- El actor, director y productor teatral llega este domingo, 30 de abril, al Teatro Gayarre con una obra de Juan Mayorga que reflexiona sobre la vida, los recuerdos, la masculinidad, la amistad y el paso del tiempo
Junto a García-Pérez, Ginés García Millán y Daniel Albaladejo. Entre los tres dan forma a 'Amistad', una historia que provocará desde sonrisas hasta carcajadas. Y eso que habla de algo muy serio. La función tendrá lugar el domingo 30 de abril a las 19.00 horas en el Teatro Gayarre.
–¡Claro! No puedo decir que Juan escriba con humor, lo que sí es cierto es que dice cosas que a mí personalmente me hacen reír. Y lo hace incluso en sus obras más dramáticas. En El cartógrafo, por ejemplo, había risas. Hay algo en su forma de escribir, en lo que dicen sus personajes y en las situaciones que crea que muchas veces despierta una sonrisa en el público. Y, en el caso concreto de Amistad, desde la primera que leí la función entendí que esto se podría hacer desde un lenguaje que haría reír mucho a la gente.
De hecho, la risa seguramente es el mejor vehículo para transmitir algunas ideas.
–Estoy seguro de que no todo el mundo pensará como tú o como yo, pero, desde mi punto de vista, no hay mejor manera de llevar un mensaje al corazón de alguien que desde la sonrisa, o la risa. Desde la alegría.
En esta obra hay humor y también mucho juego.
–Jugamos los personajes y jugamos los actores. Aquí juega todo el mundo (ríe). Los personajes son tres hombres que son amigos desde pequeños a los que les gusta plantear juegos conjuntos, solo que en este caso llevan esa idea al límite. Y es que ponen en juego nada menos que su amistad. Yo creo que los hombres en general necesitamos más parafernalia para abrirnos y ellos en particular necesitan muchísima más.
¿Por qué, por falta de madurez?
–Absolutamente. Imagino que habrá de todo también, claro, pero la facilidad que tiene cualquier mujer de abrir su corazón y contarle a una amiga lo que le pasa, no se da en el caso de muchos hombres. Afortunadamente, creo que esto está cambiando, pero en el caso de estos tres personajes no, así que necesitan todo ese montaje para poner contarse las cosas que se tienen que contar.
Los seres humanos muchas veces afrontamos las cosas que nos asustan de otra manera, dando un rodeo. O varios.
–Estos personajes dan muchos rodeos y eso a nosotros como actores nos da una posibilidad de jugar que resulta muy divertida. Y dura, porque una función de teatro siempre es dura, pero te puedo asegurar que esta es una de las funciones más disfrutonas que he hecho hasta ahora. Y más con estos dos, don Ginés García Millán y don Daniel Albaladejo. Ya lo veréis.
¿Cómo llegó a este casting? ¿Habían trabajado juntos antes?
–Ellos dos, sí. Son los dos murcianos, de la misma quinta más o menos y han trabajado mucho juntos. Y los tres sí que hemos hecho varios proyectos juntos en el mundo audiovisual. Lo de esta obra surgió justo después del confinamiento. Yo estaba rodando una serie americana en Madrid, y recuerdo que la producción era muy estricta, y, aunque tuviéramos casa en la ciudad, vivíamos todos en un hotel por aquello de los contagios y demás. Ginés estaba atrapado en México, donde rodaba una serie, y Dani estaba en su casa. Los tres hacíamos lecturas on line mientras Juan (Mayorga) avanzaba en la escritura del texto y llegó un momento en que le dije que quería dirigir la función.
Se lo pidió en gran medida por la relación de amistad que mantiene con él.
–Nunca mejor dicho. Pero soy mejor amigo que estos dos, ¿eh? (Ríe).
Poder asistir de cerca a cómo Mayorga, uno de los gran dramaturgos de nuestro tiempo, va gestando sus historias tiene que ser un placer y toda una experiencia.
–Tengo la suerte de ser amigo de Leonardo da Vinci. Porque Juan es un genio. Su teatro me atraviesa de parte a parte. A mí y a infinidad de lectores en infinidad de idiomas. Estar cerca de eso da mucho gusto porque aprendes todo el tiempo.
Y a la hora de que otros dirijan sus textos, ¿se mete mucho o da libertad?
–Qué va, no se mete nada. Sé que esta función la estoy dirigiendo porque confía en mí como amigo suyo que soy y porque sabe que voy a hacer lo que le digo que voy a hacer. Él siempre dice que es uno más del equipo, y así es, porque tocamos mucho el texto y seguimos haciéndolo todavía hoy, en todas las funciones. Juan propone cosas de texto, nosotros las probamos y también hacemos propuestas que él apoya desde el primer momento.
Claro, porque un director de escena coge un texto y propone su visión sobre él. ¿Cuál es la mirada de José Luis García-Pérez plasma en ‘Amistad’?
–Dicen los personajes que la amistad es lo más importante de la vida. Yo personalmente tengo la suerte o la desgracia de no vivir en la ciudad en la que nací, y eso me ha obligado a elegir una familia que no es la que echo de menos todos los días, y que no vive aquí, en Madrid. Y esa familia son mis amigos, que son la familia de mis hijos también. La familia elegida. Para mí eso es la amistad, y en la obra estos tres personajes necesitan aprenderlo porque creo que no lo saben. Hay personas que son muy, muy amigas, pero está claro que nunca han hablado de los fundamentos de la vida. Eso les pasa a estos amigos, y han tardado cincuenta años en darse cuenta...
La familia elegida conlleva amor, pero también momentos de enfado, de perdón, de rencor, de alegría, de tristeza...
–Claro. En una relación de amor larga ocurre de todo. A estos tres les pasa lo mismo que le pasa a una pareja.
Por lo que comenta, a lo largo de la función ponen en práctica distintos registros interpretativos, y también creo que algo de clown. Como actores, haber vuelto a él habrá sido algo muy fresco.
–Yo estudié en el Centro Andaluz de Teatro, donde el clown era muy importante. Y he trabajado durante 12 años en Sevilla con mi compañía, Digo Digo Teatro, con la que hacíamos una base de clown para destrozarla luego. Es una técnica maravillosa. En Amistad no vais a ver clown, pero sí lo hemos usado como base, sobre todo el tempo. En el tempo está la risa, es la clave de que un gag funcione o no. Todo mi empeño ha sido que esta idea nos quedara bien grabada a los actores para luego trabajar con libertad. Y disfrutar. Al final, el clown es la búsqueda del fracaso propio para provocar la risa en el espectador. Y estos tres no dejan de fracasar una y otra vez. Lo que no sabemos es que les pasará al final, pero son tres personajes absolutamente clownescos, y, por tanto, divertidos de hacer.
Coprotagoniza el montaje, dirige y produce. Su compromiso con el teatro es total.
–Mi compromiso es absoluto con el teatro. El teatro es el lenguaje del pueblo, lo que llega a la calle, y es donde está mi voz. Afortunadamente, la mayor del tiempo trabajo dando voz a otros que crean películas o series, pero aquí, en el teatro, tengo mi espacio. Por eso produzco. Además, el teatro es compromiso, y quien no lo entienda así, no sabe lo que es.
En efecto, le hemos visto mucho en cine y en televisión, pero parece que el escenario es su ecosistema natural.
–Yo disfruto absolutamente con todo, y disfruto mucho, pero el teatro es la madre de la interpretación. De ahí nace todo lo demás. Además, en el teatro hay gente, en vivo y en directo. Y a mí el público me pone mucho. A los tres nos pone mucho.
En este y en otros trabajos se ponen en tela de juicio las masculinidades habituales, las de siempre. ¿Cuestionar algo es el primer paso para cambiarlo?
–Creo que sí. Lo primero es preguntar por qué pasa algo, qué estoy haciendo bien, qué estoy haciendo mal y qué no entiendo. Ese es el principio del cambio, sin duda, pero el cambio también hay que forzarlo. Está bien que uno se cuestione, pero luego hay que actuar, empujar.
¿Y qué lugar ocupa el teatro en los debates que mantiene la sociedad en la que se desarrolla?
–Por eso decía antes lo de la voz del pueblo. En el teatro está el pensamiento de la sociedad que nos rodea.
¿Cuál es el papel del público en esta historia?
–Hasta ahora, y cruzo los dedos para que en Pamplona siga siendo así, la risa del espectador es un personaje más con el que hay que jugar, además. Y no solo la risa, porque aquí vamos de la sonrisa a la carcajada.
Llevan unos cuantos meses trabajando juntos, ¿cómo se vive esta gira de ‘Amistad’?.
–Entre tú y yo, las giras son estupendas. Y una gira con amigos y compañeros de trabajo, con fines de semana en los que vas a hacer reír, sufrir o proporcionar una experiencia a la gente es estupendo. Y si encima lo compartes con estos dos y luego te tomas un vino con ellos es una maravilla. Más aun cuando recibimos lo que estamos recibiendo del público. Hasta hoy, son todo alegrías con esta función. Eso sí, cada fin de semana llegamos un poco asustados y nos preguntamos si volverá a pasar.