“Describe la guerra con crudeza, pero con una profunda humanidad” Adapta y dirige El maestro Juan Martínez que estaba allí, …
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“Describe la guerra con crudeza, pero con una profunda humanidad”
Adapta y dirige El maestro Juan Martínez que estaba allí, una obra escrita
en 1934 por Manuel Chaves Nogales, un escritor y periodista silenciado
durante décadas que en los últimos años se está reivindicando como una voz
imprescindible de nuestra literatura. Miguel Rellán, protagonista absoluto de
este monólogo, se mete en la piel de un artista de variedades que nos cuenta
cómo sobrevivió en la Revolución Rusa de principios del siglo XX
Estamos asistiendo en los últimos años a una reivindicación de la figura de Manuel Chaves Nogales, periodista y escritor de la primera mitad del siglo XX, cuya obra fue silenciada durante décadas. ¿En qué momento lo descubres tú?
La publicación de su obra completa hace tres o cuatro años ha ayudado a que se le conceda la importancia que tiene dentro de nuestra literatura, especialmente la literatura vinculada al periodismo de la generación de la
República. En mi caso, lo descubrí cuando leí, precisamente, El maestro Juan Martínez que estaba allí, creo recordar que fue hace más de 20 años, en una edición antigua. Cuando lo terminé, dije: “¡Pero qué es esta maravilla!”. Tuve la sensación de haber descubierto la tumba de Tutankamón. Es verdad que su
nombre ya lo había oído alguna vez cuando se comentaba que el libro Juan Belmonte, matador de toros; su vida y sus hazañas, escrito por él, era la mejor biografía que se había escrito en España. Sin embargo, hasta ese momento no había leído nada y pensé inmediatamente que en algún momento tendría
que hacer algo con ese texto. Y, por fin, ha llegado ese momento.
Profundizaste más en su obra después del descubrimiento.
¡Claro! Luego he leído todo, cuando se publicó la obra completa me la fui a comprar inmediatamente y la he disfrutado enormemente. Es un prosista extraordinario que forma parte de toda una generación de escritores y periodistas de la República a los que no les hemos hecho especialmente caso nunca, entre los que está Josep Pla, por ejemplo. Son figuras realmente esenciales para entender una dimensión de la historia que luego se nos ha
secuestrado. Y, además, poseían una calidad extraordinaria en el lenguaje.
Te iba a pedir que animaras a la gente a leerlo, pero ya estás dando muchas razones.
Realmente envidio a la gente que todavía no conozca a Manuel Chaves Nogales, porque tienen la opción de ir corriendo a su librería de referencia, comprárselo y disfrutar por primera vez de sus libros. Les aseguro que es una fiesta enorme de lenguaje, de cultura, de compromiso ideológico, de saberes... de todo realmente. Se van a enamorar de él. Y los que lo conocen, por favor, que sigan disfrutándolo, porque hay algunos autores que cuando te pica su virus ya no te abandona, y él es uno de ellos.
¿El maestro… es una biografía de una persona real?
Realmente es una obra singular porque nunca sabremos si Juan Martínez existió o no. Siempre queda esa posibilidad de pensar que sólo es un personaje en el imaginario del autor. Él nos cuenta que es una entrevista que hace con Juan Martínez en París en los años 40. Básicamente, lo presenta así para luego narrarnos lo que le interesa, porque cuando analizas un poco en profundidad el texto te das cuenta de que quien está hablando es el mismo Chaves Nogales. Yo no digo que no exista una persona que fuera una inspiración para el protagonista, pero lo que importa es que el personaje es
fascinante: es un bailarín nacido en Burgos, criado en la calle Leganitos de Madrid, que cuando estalla la I Guerra Mundial está bailando en Constantinopla y desde allí comienza un viaje que pasa por Bulgaria, Rumanía, Ucrania y Rusia, donde vive los años convulsos de la Revolución Rusa. En el libro narra una guerra civil que dura muchos años y vemos a las diferentes fuerzas que combaten: los rojos, los blancos, los negros, los verdes… retratando uno de los paisajes más terribles de la historia de la humanidad. Y en medio de todo esto está un bailarín flamenco intentando sobrevivir, junto a su esposa Sole, entre cabarets y teatros.
Apuestas por adaptar el libro con forma de monólogo. ¿Siempre lo viste así?
No lo tenía tan claro, lo que tenía ganas era de jugar teatralmente con este material. Que finalmente sea en este formato surge cuando un día me llama la productora Nadia Corral y me dice que ella y Miguel Rellán quieren hacer una obra conmigo y que les gustaría que fuese un monólogo. Me propusieron diversas opciones, pero yo les contrapongo este libro y les digo que a mí me encantaría hacerlo con Rellán en el papel de Juan Martínez, y les pareció una gran idea.
Si conoces al personaje, lo cierto es que puedes visualizar perfectamente a Rellán interpretándolo… y bordándolo.
¡Y todavía no has visto qué maravilloso bailaor flamenco es! En los ensayos lo hemos pasado genial, porque si hay alguien con curiosidad infinita y de conocimientos enormes sobre la escena, ese es Miguel. El personaje contiene tantos elementos que le identifican como plausible, como lógico, como verosímil, que realmente tengo la sensación de que ha encontrado un papel que le va como anillo al dedo. Juan Martínez alberga una ironía natural, pero al mismo tiempo expresa una tristeza profunda que Miguel sabe encarnar de una forma extraordinaria. Además, vamos a ver a un Rellán un poco distinto. Él ha enseñado muchas veces una parte de su instrumento actoral que está más cerca del intelectual comprometido y aquí es alguien que no deja de ser una figura del pueblo, un artista de variedades, y eso le permite poner en escena su gran sentido del humor, que es tan potente como su capacidad para encarnar cualquier papel.
¿Se podría decir que la comedia se genera por las rocambolescas situaciones que van viviendo Juan y Sole?
En la adaptación he intentado buscar esos elementos para que el espectador tenga realmente esa sensación de contraste entre el gran poder y peso de
la historia y la capacidad casi inverosímil de supervivencia de estas dos personas.
¿Qué comparten esos elementos?
Son situaciones y momentos en los que el propio texto ya contenía cierta teatralidad, no quería que fuese un espectáculo duro que sólo se fijase en el retrato bélico y en los muertos, el hambre o el frío. He centrado la mirada en el personaje, en esta especie de Lazarillo de Tormes que es Juan, un superviviente que se adapta a todo lo que le va viniendo y que bebe de la gran tradición de la picaresca de nuestra literatura barroca. Buscábamos un espectáculo muy teatral que también albergara la dimensión histórica del libro.
¿Qué tiene Chaves Nogales para incomodar a tanta gente?
Es un escritor que describe la verdad y la verdad es dura. Tiene una forma de hacerte consciente de las cosas y lo hace de una forma admirable. En esta obra, por ejemplo, cona Revolución Rusa como telón de fondo, habla de la gratuidad de los muertos componiendo imágenes terribles. Es un viaje hacia las grandes tensiones del mundo entre los poderosos y los débiles. Es una tensión constante entre lo individual y lo colectivo. Nos muestra cómo la historia no se mueve atendiendo a las necesidades de las personas, sino que se mueve según las necesidades de los grandes grupos de presión política y económica.
La crudeza con la que describe la guerra es otra de las características de su obra.
Lo hace con crudeza, pero también con una profunda humanidad. Le interesa más retratar el alma de sus personajes que no las dimensiones de las páginas del calendario de la historia.
Entrevista completa: www.revistagodot.com