Por Juan Beltrán (larazon.es)
- El Teatro de la Abadía acoge el estreno absoluto de la obra adaptada por Xavier Albertí
La profesión de periodista le venía a Manuel Chaves Nogales de familia, su padre Manuel Chaves Rey, también ejercía el oficio en los periódicos sevillanos y fue quien lo introdujo en el mundillo, pero aunque es uno de los periodistas más importantes de nuestro país, su figura fue olvidada durante mucho tiempo. Es ahora, ochenta años después de su muerte, cuando su prestigio parece renacer y está protagonizando uno de los casos más importantes de recuperación literaria producido recientemente, reivindicado como uno de los cronistas más importantes de su tiempo y ejemplo de buen periodismo.
Chaves Nogales (Sevilla, 1897–Londres, 1944), recorrió la España de comienzos del siglo XX y viajó por toda Europa, destacando sus crónicas, reportajes de viajes y entrevistas a grandes personalidades mundiales, que recopiló en libros como “La vuelta a Europa en avión” y “Un pequeño burgués en la Rusia roja”, además de escribir la biografía de Juan Belmonte y obras literarias como “A sangre y fuego”, una serie de relatos sobre la guerra civil, o “El maestro Juan Martínez que estaba allí”, en la que Chaves Nogales recoge el relato del bailarín a quien dice que conoció en París y asombrado por sus peripecias, decidió recogerlas en un libro. La novela relata los avatares a los que se ven sometidos sus protagonistas y cómo se las ingeniaron para sobrevivir, por sus páginas desfilan artistas de la farándula, pródigos duques rusos, espías alemanes, chequistas asesinos y especuladores de todo tipo.
Ahora, el director Xavier Albertí la ha adaptado al teatro y regresa a La Abadía para su estreno absoluto. Un monólogo protagonizado e interpretado por Miguel Rellán –el tercero de su carrera–, que se mete en la piel de Juan Martínez, en el que parece converger la biografía de Vicente Escudero, un bailaor flamenco de Valladolid, al que le ofrecen ir a Constantinopla a bailar flamenco con su compañera Sole, y acaba recalando en Rusia donde es sorprendido por la revolución de 1917 y la guerra civil posterior.
Para Albertí, “no se trata de una historia de lamentos, sino más bien es una lección de coraje llena de luz”. En Chaves Nogales “hemos descubierto al gran narrador que era y, sobre todo, ha permitido descubrir la hibridación entre periodismo y literatura que floreció de manera espectacular en España en la década de los años 30”.
Sobre el personaje de Juan Martínez, Rellán confiesa no saber si fue real o no, “es posible que sea fruto de la imaginación del autor, que cuenta que se lo encontró casualmente en Paris en los años 40 y le hizo una entrevista en la que le cuenta su historia. Es verdad que a un ser humano le pueden pasar muchas cosas, ¿pero tantas? –se pregunta– Hay opiniones diferentes sobre su existencia, pero yo tiendo a pensar que como Chaves Nogales anduvo por muchas partes y conoció a tanta gente, debió coger peripecias de distintos artistas y los juntó para hacer un personaje inventado que no existe, pero ya se sabe que muchas veces la realidad supera a la ficción”, explica Rellán, que según el director, “muestra aquí una cara de su oficio de actor que no le hemos visto antes y es el excepcional artista de variedades que habita en él y eso le permite sacar su gran sentido del humor”.
“La singularidad del personaje –apunta Albertí– es que, “de alguna manera, conecta con la tradición del Lazarillo, Quevedo o las novelas ejemplares de Cervantes”. Porque en el fondo, “Juan Martínez es un superviviente, está en un medio hostil y tiene que sobrevivir sea como sea y eso lo entronca con la picaresca española, si me cierran una puerta, salgo por otra –corrobora Rellán–, le pasan muchas vicisitudes, de todo, lo cogen los bolcheviques, los blancos, los zaristas, otra revolución, otra guerra…le dice a su mujer, “nos tenemos que ir, la guerra nos cerca”. “¿Dónde nos vamos?” –le contesta–. “A Rusia, allí también hay guerra pero Rusia es muy grande, hay que sobrevivir”. Es un superviviente inasequible al desaliento, no se rinde nunca y eso me parece admirable”, afirma el actor. Para Rellán, Chaves Nogales “transmite su propio humanismo al personaje, lo llena de valores positivos, como su capacidad de resistencia, el coraje y el optimismo hasta el fondo, ver siempre la media botella llena y esta es una lección que deberíamos tomar todos, además de su bondad y la capacidad de ayudar al otro o de agradecer el apoyo recibido de los demás, valora ser buena persona porque gracias a ellos y a su instinto de superación, salió adelante”, concluye.