por La clá (https://lacla.es/)
Blackie Books ha encontrado en Santiago Lorenzo (cineasta, novelista y guionista) una de las más exitosas firmas de su editorial. Lorenzo es un animal extraño, crecido en el mundo del cine, con raíces teatrales (estudió dirección escénica en la Real Escuela Superior de Arte Dramático), y últimamente dedicado a evadirse del mundanal ruido para escribir el éxito super ventas que ha sido Los asquerosos (2018).
A Lorenzo llegué por recomendación de Juanjo García, lector empedernido, y editor de #NiUnDíaSinLibro. Me regaló, en la librería Tipos Infames, una obra divertidísima de tono clásico en torno al mundo teatral, Los huerfanitos. La historia es un disparate entretenidísimo, dentro del género de “esta obra es una ruina”. Si se montase una exposición sobre el tema, a un lado del ejemplar de este libro se proyectaría la película ¡Qué ruina de función!, dirigida por Peter Bogdanovich en 1992, y al otro, se colocaría un programa de mano de La función que sale mal. La novela tiene aires costumbristas madrileños, aunque esté ambientada en tiempos actuales. Y recuerda a momentos a los dislates de Eduardo Mendoza.
No es Los huerfanitos la pieza que Octubre Producciones y el Teatro Español han optado por llevar a las tablas, sino el éxito más reciente, Los asquerosos, que es un molino de más fácil embestida.
El resultado es una genialidad bien trabajada por Jordi Galcerán (autor de Burundanga, El método Grönholm o El crédito) y Jaume Buixó (Família irreal, Polònia el musical), encargados de convertir los barrocos textos de Santiago Lorenzo, en frescos diálogos teatrales. A cargo de la dirección está otro consolidado director de cine y teatro, David Serrano (Port Arthur, Agonía y éxito de Steve Jobs).
Más nombres con solera para esta producción, la de dos actores absolutos, Miguel Rellán y Secun de la Rosa, que interpretarán a tío y sobrino. La historia narra las aventuras de Manuel tras salir escopetado de la urbe tras acuchillar a un policía antidisturbios con un destornillador. La gran escapada la pergeña su tío, dando indicaciones precisas al sobrino para que se esconda en un pueblo deshabitado, de esos que abundan por nuestro país.
La pieza teatral arranca con música compuesta por Miguel Malla, con semblanzas a las entradillas de Henri Mancini para las películas de la Pantera Rosa de Blake Edwards. La música anuncia el choteo de las andanzas del sobrino, prófugo de la justicia en un páramo castellano de guijarros y escasa agua.
La escenografía y el vestuario son de uno de los grandes creadores de escenarios, Alessio Meloni (Port Arthur, La geometría del trigo, Jauría). Para esta producción ha creado un escenario giratorio que es como un centauro, mitad piso de ciudad, mitad pueblo. La apariencia es colorista, reforzando el ambiente de viñeta buscado por Santiago Lorenzo para su historia. Entre los guiños, el atuendo cuadros con cuadros, de pijama y chaqueta, con el que se presenta Miguel Rellán, en un arranque tenue que pronto irá cogiendo calor y sintonía.
El colorido de Secun de la Rosa vendrá en el lenguaje esperpéntico con el que se expresa, con pasmoso barroquismo. La dificultad de montar a Lorenzo proviene de ese exceso narrativo y descriptivo al que voluntariamente se entrega, inventando vocablos y recuperando lenguaje arcaico. Secun de la Rosa realiza un ejercicio prodigioso de naturalidad ante un continuum dislate lingüístico, que lo coloca a mitad de camino entre Antonio Ozores y Miguel Delibes.
La comicidad de la pieza, sin desvelar mucho de su argumento, se plasma en la visión misántropa de la urbe y sus pobladores. Los de ciudad somos “mochufas”, gentes que no saben desenvolverse en el campo, ostentosos en la elección de vehículos, casas y aparatos electrónicos. Los urbanitas somos ruidosos, asquerosos, aduladores y adictos al wifi.
Todo ello nos llega por las conversaciones entre tío y sobrino, sin recurso a más personajes sobre escena. La sintonía entre Secun de la Rosa y Miguel Rellán es deliciosa. Los dos depuran dos de los mayores atributos del buen cómico, la fragilidad y la ternura, creando el deseado efecto agridulce que sigue a las carcajadas que suenan durante buena parte de la obra.
Los asquerosos es una obra deliciosa de ver. Todos sus artífices son de casta, y nos invita a reírnos un poco de este dislate vital que es vivir rodeado de chismes y estímulos.
La clá www.lacla.es
Los asquerosos. Teatro Español.
Teatro Español y Naves del Español (teatroespanol.es)
Duración aproximada: 95 minutos.
Fotografía de escena de Javier Naval. Cortesía del equipo de prensa.
Imagen de la novela Los asquerosos, cortesía de Blackie Books.