TRUE WEST, el aullido del coyote

7/11/2022

Por Amanda H C (proyectoduas.com)

True west Tristán Ulloa Kike Guaza Montse Tixe

True west está dirigida por Montse Tixé. (C)Javier Naval

Es de noche en una de las naves del Español en Matadero. El sonido de los grillos puede más que los últimos susurros que zumban minutos antes de la representación. El público no ve nada de antemano, ya que en la Sala Fernando Arrabal, se ha echado el telón, un telón que iremos viendo varias veces cerrarse durante hora y media, para incluir un sentido cinematográfico y unos cambios de escena llamativos.

True west comienza a dos bandas; en un lado, un joven con ropa y pelo impolutos escribe sentado en una mesa y en el otro, un desarrapado le mira, casi sin tenerse en pie y comienza a hablar. “Así que mamá se ha ido a Alaska”. Perfecta frase introductoria del drama fraternal que va a acontecer en esta versión de Eduardo Mendoza, a partir del texto original de Sam Shepard.

En esta pieza, se juega en dos trayectorias y todo está configurado para eso. La separación de lugares queda definida por la exquisita y cuadriculada escenografía de Sebastià Brosa, la iluminación de Rodrigo Ortega, el sonido de Orestes Gas y el vestuario de Reme Gómez, acertado en crear microescenas dentro de la misma función. Me gusta que todo esto destaque antes de conocer a los personajes, que les arrope casi antes de las primeras palabras; una gran apuesta que hay que tener en cuenta en esta obra.

Los dos protagonistas se acunan mutuamente entre el odio y el amor y luchan juntos por escribir un guion de cine, por imaginarse una vida mejor o por salir del agujero metafórico y real en el que cada uno se encuentra. Precisamente, han ido a hacerlo al hogar familiar, a la madriguera que les podría proteger del desierto, de los depredadores que allí viven, de la sociedad desdibujada de allá fuera que les borra del mapa… o de ellos mismos. La dirección de Montse Tixé arraiga con fuerza todas estas ideas a cada minuto y la energía se ve disparada en los momentos justos con los que, como espectadora, me revuelvo en la butaca.

Tristán Ulloa y Kike Guaza son el plato fuerte de la propuesta. Pueden ser enemigos inmediatos o hermanos tradicionales. Saben saltar entre estas dos pautas y conocen los límites de sus personajes tanto que los traspasan para hacernos disfrutar. Y por si fuera poco, todo se vuelve aún más retorcidamente divertido y jugoso cuando José Luis Esteban y Jeannine Mestre aparecen en escena, estirando aún más las fronteras interpretativas.

En esta producción de Octubre Producciones, Tanttaka Teatroa y Bitò, el debacle final es servido bajo el título de la destrucción. Todo lo que vemos ha sufrido, espacio y cuerpos incluidos. Sigue siendo de noche y el coyote ha entrado buscando asilo, sigiloso y azotado por este lance en el que se respira tensión hasta el último segundo. Enorme trabajo lo que acaba de sucederle al interior de esta familia. De los mejores motivos actualmente para pasar la tarde en un teatro.

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