Por Julio Bravo (abc.es)
La aparición de un cadáver flotando en la piscina de un bloque de apartamentos en una ciudad mediterránea, que en verano es un hormiguero y en invierno un desierto, es el detonante de la acción de 'La Florida', la obra escrita y dirigida por Víctor Sánchez Rodríguez, que se acaba de estrenar en las Naves del Español, en Matadero Madrid, donde permanecerá hasta el próximo 22 de enero. Silvia Marsó, Vito Sanz, Lorena López, Francisco Reyes y Amparo Fernández componen el reparto.
Se trata, como reconoce su autor y director, de una obra de género policíaco, mucho más frecuente en el cine que en el teatro. «Es un género admirado por grandes intelectuales, pero existe cierto prejuicio hacia él; es infundado, porque gracias a él se han hecho grandes obras literarias», dice Víctor Sánchez Rodríguez. Pero la peripecia policíaca, añade, es un pretexto para hablar de otras cosas; «'La Florida' es un homenaje a la comedia negra pero también es una excusa, un Mcguffin, para hablar de la corrupción de la sociedad y de detectives decentes que se parten la cara por ser los únicos valedores de la justicia en ciudades sordas; de heroínas y 'femmes' fatales que huyen de su pasado; y también de amores no correspondidos y de seres excéntricos...»
Y es que, añade el autor, «hay algo en el género que conecta con la raíz profunda de la ficción, con su origen: 'querer saber'. El género arranca con una muerte, un puñado de sospechosos, y un lector o lectora que quiere saber qué ha pasado. Imagino que cuando nació el arte de contar historias a luz de una hoguera, ese 'querer saber' es el que ha mantenido siempre en vilo al ser humano, el que lo hace trasnochar. Ese 'querer saber' es el alma de las ficciones y, a menudo, parece que el teatro se olvide de ello».
Quien personaliza ese 'querer saber' en las comedias negras es siempre un detective, que suele combinar inteligencia, intuición, habilidad y despiste -que curiosamente juega a su favor-. El de 'La Florida' se llama Antonio, lo encarna Vito Sanz, que lo define como una 'persona metódica y entregado en cuerpo y alma a su trabajo, donde se ha refugiado por algo que le ocurrió en el pasado'. El caso de La Florida se servirá como salvaguarda personal.
Silvia Marsó dice de 'La Florida' que posee un humor 'muy especial, con personajes histriónicos que al final nos quitamos la máscara', y de Lola Fargas, su papel, asegura que es una mujer con muchas capas, vital y apasionada; «en su día triunfó como cantante, pero decidió romper con esa vida por sus ideas; ahora vive frustrada y envuelta en decadencia».
«El tono de la obra -concluye Víctor Sánchez Rodríguez- debe conjugar la capacidad del drama para poner la lupa en la humanidad de los personajes y, a su vez, contemplarlos desde una distancia que los haga desprender comedia. En la vida pasamos de la risa al llanto con una facilidad abrumadora. Y cuando somos capaces de reproducir esta alquimia en escena, el teatro se convierte en una experiencia catártica. Los personajes cómicos lo son porque no son conscientes de su drama, no sufren un reconocimiento que arroje luz sobre sus vidas y les diga qué hacer para cambiar, ser más felices. Se equivocan, toman malas decisiones, son muy poco conscientes de sí mismos. Esto los hace profundamente humanos. Los personajes de la dramedia son capaces de verse pero, aún así, no toman la mejor decisión. Esto los hace más humanos todavía».