Entrevista a Antonio Romero «El bar prodigioso»

4/09/2022

Por aescenarevista.com/

el bar prodigioso roberto santiago Manu Hernández, María Zabala, Ana Lucas y Antonio Romero Alejandro Arestegui  a escena revista

Alejandro Arestegui ha dirigido a Antonio Romero, María Zabala, Ana Lucas y Manu Hernández en esta comedia poética sobre el poder del lenguaje basada en el texto del multipremiado autor Roberto Santiago.
Hablamos con Antonio Romero.

-La historia de “El bar prodigioso” nos narra que estáis en un bar en medio de un parque. Antonio lo tiene todo: un buen trabajo, una buena esposa, una buena casa. Bernardo es su mejor amigo. No tiene nada pero sí está enfermo de amor. Ahora Bernardo se ha enamorado de Sophie, la mujer de Antonio. Por lo visto, es algo imparable. Sophie es artista. Atraviesa una crisis creativa y habla “raro”…, ¿qué añadirías?
Este enamoramiento de Bernardo de la mujer de Antonio es el conflicto con el que se inicia la obra. Este punto de desencuentro de estos dos amigos de toda la vida dispara la historia hacia situaciones y escenas poéticas e hilarantes. Habla de los periplos vitales de sus cuatro protagonistas, cuyo punto de encuentro será la prodigiosa terraza del bar, momento trascendental e ineludible para cada uno de ellos.

-¿Con qué adjetivos definirías a Bernardo, tu personaje?
Enamorado del amor, amante de los placeres pequeños: una terraza, una mañana soleada, una cerveza fría… Es un gran defensor de vivir el momento y de los regalos que nos da la vida.

-En escena, cuatro almas perdidas viven un viaje apasionado donde cada palabra que es pronunciada se convierte en un arma arrojadiza. En escena nada es lo que parece a simple vista…
La parte luminosa de la función habla sobre la amistad y sus límites, sobre el amor y sus posibilidades, sobre lo que nos fascina y lo que somos capaces de hacer para conseguirlo. Pero tiene también un lado oscuro que habla de las traiciones, tanto a los demás como a nosotros mismos.

-Su autor dice que “en la función se van a decir exactamente doce mil trescientas veintitrés palabras”, destacando la importancia que tienen en la obra los diálogos entre los personajes. ¿Por qué crees que en la actualidad es importante insistir en el poder del lenguaje y de las palabras?

Una de las señas de identidad de la función y que le da un carácter muy especial es la importancia de las palabras, el valor de la comunicación. El poder de lo que se dice y de lo que no se dice atraviesa toda la obra. En una sociedad donde prima la imagen y se premia la inmediatez, una mirada amable y cómica sobre el poder del lenguaje es muy enriquecedora.

-¿Por qué la banda sonora de esta función está compuesta por versiones rockeras de “Las cuatro estaciones” de Vivaldi?
La función transcurre durante un año de las vidas de los personajes, y el paso de una estación a otra como cuatro grandes actos también se siente en los colores, en la temperatura de las emociones, en los sonidos y en los diálogos de las escenas.


-¿Qué tipo de dirección ha realizado Alejandro Arestegui con esta obra y con vosotros?
La labor de Alex ha sido muy concienzuda, con un mucho rigor por la palabra escrita por el autor, y dando un gran margen de libertad creativa a los actores y actrices. Con una puesta en escena bellísima, ha dado mucha importancia al ritmo de la comedia y la concepción global del espectáculo. Personalmente me he sentido muy cómodo y respaldado con su dirección.
-¿De qué forma se van a sentir los espectadores identificados con estos cuatro personajes?
La obra es, ante todo, una comedia y sus personajes están trufados de grandezas y miserias. A veces se los quiere, otras se los odia, pero siempre con una sonrisa en la cara. Son todos muy diferentes, pero creo que lo que los une y con lo que el espectador se puede sentir identificado es con sus anhelos y sus deseos de conseguir lo que ansían. Hasta el 24 de Septiembre. Teatro Quique San Francisco.