P. A. MARÍN ESTRADA (elcomercio.es)
- El público del Niemeyer recibe con fervor ‘Las cosas que sé que son de verdad’, el último éxito teatral del tándem Julián Fuentes y Jorge Muriel
El auditorio del Centro Niemeyer acogía ayer una de las funciones en cartel más aplaudidas por público y crítica, ‘Las cosas que sé que son de verdad’, de Andrew Bovell, dirigida por Julián Fuentes Reta, en adaptación de Jorge Muriel, que interpreta además a uno de los personajes. La producción se ha llevado en 2020 el Max para Verónica Forqué a la mejor interpretación femenina, una categoría en la que repetía la veterana artista en los premios de la Unión de Actores, que reconocían asimismo a su compañera Pilar Gómez como mejor actriz de reparto. En su paso por Avilés, antes de alzarse el telón ya había alcanzado el mejor éxito para una obra teatral en estos tiempos con todo el papel vendido y lo rubricó con la feliz acogida de los espectadores a esta pieza de altura en forma de unánime ovación.
Bovell, como ya hiciera en ‘Cuando deje de llover’, centra su puesta en juego de conflictos y emociones en el microcosmos de una familia, en esta ocasión perfectamente acotado a determinados momentos de las interrelaciones
de sus miembros y espacialmente a las concretas dimensiones del jardín doméstico en que se desarrolla la acción. Éste representa un símbolo del cultivo de la trama de seguridades y afectos que da sentido a un núcleo familiar, un oasis de orden y armonía en medio del caos exterior que aquí,
como en toda casa de vecinos, se ve constantemente amenazado por los inevitables cambios de guion que promueve cada uno de los miembros del grupo, especialmente los hijos.
Fuentes Reta maneja toda esa compleja dramaturgia con habilidad y administrando eficientemente la tensión de la pieza en sucesivos ciclos de ‘calma-tormenta’ con lo que logra el ritmo adecuado para mantener el interés del espectador sin forzarlo.
Pero a pesar de esa bien tramada arquitectura, el resultado sería otro sin todo lo que pone el magnífico elenco de actores. Soberbio Julio Vélez intentando sostener el peso del mundo en sus hombros con un personaje de complicada evolución, extraordinarios al llevar al límite lo que exigen sus papeles Jorge Muriel, Pilar Gómez y Borja Maestre, y la joven actriz Candela Salguero sorprendiendo desde su monólogo inicial. Y, desde luego, sí que sería otra función sin la grandísima Verónica Forqué, brutal hasta cuando aliña una ensalada o se calza un zapato. El peso del mundo realmente lo sostenía su precioso personaje de madre. Justa ovación a una obra de las de ponerse en pie.